jueves, 27 de noviembre de 2008

Escribiendo

Bueno, ayer tampoco había nada que escribir, ni ganas de escribirlo: mucho estudio, mucha conversación, mucho de todo. Y peor que se pondrá: ya hasta los profesores están concienciados del asunto del JLPT. Resulta que esas cosas que nos estaban enseñando en clase "fuera de programa", lo estaban haciendo porque entra en el JLPT. Vale, lo estamos viendo de pasada, pero hay que reconocer que entre eso y no verlo en absoluto, prefiero esto. Hoy hemos seguido con algo más de keigo, o más concretamente con el kenjougo, una especie de "gemelo" del keigo. Resulta que, mientras que el keigo se usa para enaltecer a la persona de la que se habla ("¿Qué desea el honorable señor para saciar su apetito?"), el kenjougo se usa para bajarse a uno mismo de nivel cuando se habla ("Esta despreciable rata de alcantarilla no merece tantas alabanzas, mi señor"). Lo malo es que es, desde mi punto de vista, mucho más complicado, por la misma razón que el katakana (las "mayúsculas" del japonés) es difícil: porque no se usa. Uno va a una tienda y le hablan en keigo, va a preguntar algo a una oficina y le hablan en keigo, va a la recepción de un hotel y ¡sí!, te hablan en keigo. Vamos, que para cuando te pones a estudiarlo, ya lo has oído por ahí varias veces. Pero nadie te habla en kenjougo, y nadie espera que les hables en kenjougo, así que, al menos en nuestro ámbito, apenas lo usamos. Bueno, aún tengo tiempo de aprenderme éso y más: ya caerá, ya...

Una nota a pie de página: ¿sabéis lo que es el shodou? Pues os lo explico: es la caligrafía japonesa. Seguro que alguna ves habréis visto a algún anciano japonés en la tele puesto de rodillas escribiendo caracteres gigantes con un pincel, ¿verdad? Bueno, pues hoy nos ha tocado a nosotros, aunque con mucha menos ceremonia: nos han llevado al comedor de la escuela, nos han dado papel y pinceles, y nos han dicho que escojamos un kanji y nos pongamos a escribirlo, hasta que nos salga bien. Con tinta de verdad y todo, no os creáis. Al principio pensaba es dibujar el antiguo kanji de "dragón", que me gusta mucho, pero luego, viendo que un kanji suelto quedaba soso, me decidí por algo que creo que mola mucho más.


Humor: escritor. Un arma: el bokken.

martes, 25 de noviembre de 2008

Fun, fun, fun...

Bueno, tal como dejé dicho, me he pasado el fin de semana estudiando. Ahora puedo decir que ha merecido la pena: en 3 días me he liquidado el libro de gramática (el bueno, el que me compré yo) y la mitad de la lista de vocabulario del nivel 3. Por no mencionar que necesitaba un descanso.

Esta semana las clases se están volviendo un poco locas. Estamos cambiando los planes de las clases cada dos por tres, ya casi no nos mandan deberes, sino que los hacemos en clase (quejarnos tanto parece que ha servido para algo), y algo inaudito: estamos viendo cosas del libro en desorden. Como lo oís, los europeos hemos roto Japón. En la clase de hoy nos hemos puesto a aprender dos cosas que no tocaban hasta dentro de eones: la causativa pasiva ("fui obligado por alguien a hacer algo") y el keigo, un tipo de lenguaje respetuoso que da más de un quebradero de cabeza a los novatos, porque es como te hablan los dependientes de las tiendas, y claro, no hay quien los entienda.

En otro orden de cosas: a dos semanas vista del examen, me he puesto como objetivo hacer varios exámenes de prueba, y hoy he hecho el primero. Para los que no lo sepan, os cuento que el examen tiene 3 partes, y que hay que aprobar cada una por separado y además sacar una media del 60% o más para aprobar el examen. Las tres partes son: 1, kanjis y gramática; 2, escucha; y 3, comprensión y vocabulario. Me siento orgulloso de decir que en la prueba de hoy he aprobado las 3 partes, la última por los pelos, pero aprobada al fin y al cabo. Igual al final sí que puedo aprobar y todo... En fin, esto no hace sino confirmar lo que ya sabía: necesito vocabulario. Mucho. Muchísimo. Mañana, a seguir con el tema.

Una nota, fuera de programa: por si hacía mucho que no lo decía, los japos están locos. Hace ya semanas (¡semanas!) que están preparando la navidad, poniendo luces por las calles y canciones navideñas en las tiendas. Y ni siquiera son mayoría católica: lo hacen simplemente por hacer bonito y por seguir la corriente. Nada, que están locos. Eso sí, son eficientes como pocos: ayer, aquí no había nada, y hoy, mirad.


Humor: animado. Una palabra: Narau.

domingo, 23 de noviembre de 2008

¡Ganbarou!

Ya habréis visto que últimamente actualizo menos, pero es que ya se va acercando el día N de "nouryoku shiken": el día 7 de diciembre me enfrentaré a un examen lleno de palabras raras, símbolos extraños, y frases que no entenderé. Como ejemplo, hoy me he puesto a leerme la lista de vocabulario del examen, y mas de la mitad de las palabras no las he oído en mi vida. Ante lo malo, dos cosas buenas: la primera es que me da igual aprobar o no, así que iré relajado. La segunda es que aún no pierdo la esperanza: me veo capaz de aprenderme gran parte de esas palabras de aquí al día 7, gracias a que los kanjis, al menos, ya me los sé. No podré agradecerle lo bastante a Carlos que me guiase en aquellos primeros pasos. En fin, si logro aprobar, prometo escribir qué cosas he ido haciendo y qué libros he seguido, por si a alguien le sirven de ayuda.

Como ya habréis adivinado, este fin de semana me lo voy a pasar estudiando, así que si no escribo nada, es porque no hay nada que escribir. Hasta pronto.

Humor: ¡Ouendaaaan! Una serie: Merlin, de la BBC.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Nissan

Ayer no escribí nada, pero tampoco pasó gran cosa: un día normal de estudio. Lo único reseñable es que he encontrado la manera de aprovechar para algo las clases de la profesora tonta: ya tengo el suficiente nivel de japonés como para poder atender en clase a la vez que estudio gramática de verdad en un libro de verdad. Y a pesar de todo, no tengo la menor oportunidad contra el examen. Qué le vamos a hacer. Por cierto, un detalle: me han mandado dos cartas del centro que hace los exámenes de japonés. La primera me decía que no me han cogido para el examen de prueba. Una pena, me hacía ilusión. La segunda me decía dónde tengo que hacer el examen de verdad (me pilla cerca de casa) y que mande una copia corregida del certificado en caso de que se hayan equivocado con mi nombre. Cosa que han hecho. En efecto, para ellos, me apellido "Gomee". En serio, no me cuesta imaginarme que se crean que el apellido "Gomee" existe de verdad, cosas más raras habrán visto. Lo que no entiendo es cómo han confundido una Z con una E, sobre todo porque están una al lado de la otra, lo que facilita ver que son letras diferentes. Vaya gente, en serio...

Hoy ha sido más interesante. No ha habido clase, nos hemos pasado el día en la fábrica de Nissan en Yokohama, la primera (creo) en construirse. Nos han enseñado el museo que tienen a la entrada, nos han cantado las excelencias de la empresa, y nos han enseñado la fábrica por dentro. No se podían hacer fotos, pero había muchas cadenas de montaje, muchos brazos robóticos muy chulos, e incluso robots de transporte que iban siguiendo unas líneas en el suelo mientras llevaban cosas de un lado a otro. Chulísimo, en serio. Sólo hay una cosa que no alcanzo a comprender: la música. Cuando un ordenador requiere que un humano le meta datos, empieza a sonar "Eensy Weensy Spider", una canción infantil inglesa. Cuando uno de esos robots de transporte va por ahí, hace sonar "Es un mundo pequeñín" para que la gente sepa que está ahí. En serio, la idea me parece buena, pero el tipo que eligió los temas tenía un problema serio.

En fin, ha sido muy interesante, en varios sentidos. Os dejo con una selección de fotos de los pocos sitios en los que se podían tomar. Disfrutadlas: no creo que volváis a verme en traje en mucho tiempo.




Humor: chafado, mañana volvemos a la realidad. Un hobby: los acertijos.

martes, 18 de noviembre de 2008

Índigo, que te quiero índigo

Hoy no ha sido mi día, desde luego. Primero, después de sonar el despertador, me he vuelto a quedar dormido, y como cuando me he despertado ya no tenía tiempo, he tenido que desayunar en la calle, de camino a la escuela. Luego nos han cortado las clases de la profesora chula a las dos horas, porque teníamos que ir a hacer culturilla. La culturilla de hoy trataba del "aizome", lo que básicamente quiere decir "teñir prendas de índigo usando las hojas fermentadas de una planta". Ha sido interesante, no os lo negaré, porque primero nos han explicado algunas cosas chulas sobre kimonos teñidos con esa técnica, como que los llevaban los más ricos de entre los ricos, nos han enseñado algunos de esos kimonos, y hasta nos los hemos probado. También nos han enseñado unas hojas agujereadas que se usaban para hacer los bordados de los kimonos. El hombre era la mar de simpático, y nos ha dicho que él tiene muchas, más de 20000, y que nos regalaba una, y nos la hemos jugado a "piedra, papel o tijera". Aquí tenéis fotos del premio, de la ronda final, y de las pintas que tenía el ganador.




Luego nos hemos puesto a hacer nuestras camisetas y pañuelos teñidos de índigo, y la verdad es que no me puedo quejar de los míos. No he podido hacer fotos, pero nuestra profe, que es muy maja, nos ha sacado un montón, mañana se las pediré.

Ah, y tras volver a casa he visto que esta noche daban de cenar rollos de col. Lo dicho, que hoy no es mi día.

Humor: contradictorio. Una palabra: Daiseikou.

PS: Y encima publico la misma entrada dos veces. Si es que, cuando las cosas se tuercen... (Gracias por el toque, Al)

lunes, 17 de noviembre de 2008

Utatta uta wo utau

Hoy hemos tenido el examen gordo de cada mes, o como lo llamamos aquí, el ookii tesuto. Teniendo en cuenta que entre pitos y flautas apenas he podido estudiar este fin de semana, me ha salido muy bien. Bueno, en realidad no es que no haya podido estudiar: es más bien que no he querido. La verdad es que cada día que paso aquí me gusta menos el método que siguen los japoneses para enseñar (y aprender) japonés, así que he optado por seguir mi propio método, con el que aprendo mucho más deprisa aquellas cosas que realmente uso. El inconveniente es que, por un lado, apenas me queda tiempo para hacer las montañas de deberes con las que nos bombardean (el método japonés se basa en repetir algo hasta la saciedad para que se te quede en la cabeza), y por otro, mi método para aprender kanjis choca directamente con el suyo. Su método consiste en aprenderte los kanjis uno por uno: dibujo, significado y lecturas. El mío, aprovechando que ya me sé el dibujo y el significado de todos los kanjis que estamos viendo, consiste en aprenderme palabras enteras, en lugar de lecturas sueltas de los kanjis, con lo que se me quedan mucho más fácilmente. El problema es que en el libro que seguimos aparecen algunos kanjis que apenas se usan, con lo que no me sé ninguna palabra que los use, lo cual es un problema. Bueno, lo importante es aprender.

Para celebrar que nos hemos quitado de encima el ookii tesuto de este mes, y que además ayer fue el cumpleaños de OTRO más de los nuestros, nos hemos ido a un karaoke después de clase, y nos hemos tirado dos horas dándole a la garganta. Sí, he acabado casi afónico, pero más feliz que un San Luis, porque he podido cantar algunos de mis clásicos: We are the world, Surfin' USA, Mamma Mia, y una que tenía ya muchas ganas de cantar en público, Maniac. Esta canción va por ella, y ella lo sabe.

Humor: Me he pasado todo el camino de vuelta a casa cantando. Una canción: "Lose Yourself", de Eminem.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Disuneiraando wa sugooooi...

Ayer fue el cumpleaños de Héctor, y como es un chaval la mar de majo, nos llevó a todos a pasar el día al Tokyo Disneyland. Como volví a las mil no tenía ganas de escribir nada, y como mañana tengo examen, hoy tampoco las tengo. Pero por suerte hay algo que sí tengo: tiempo para subir las fotos. No creo que haga falta más.











Humor: mi niño interior está muy feliz. Una canción: "Es un mundo pequeñín"

viernes, 14 de noviembre de 2008

Shimane (4ª parte)

Tras volver a casa, pasamos el resto de la noche conversando con nuestros anfitriones. Como nos quedábamos sin tema de conversación (resulta un poco difícil sacar nuevos temas cuando no sabes nada acerca de la otra persona y, encima, lo que sabes no tienes palabras para expresarlo) pusimos la tele y comentábamos las cosas que veíamos. En un cierto momento el marido mencionó el Go, y como no puedo resistirme, le invité a jugar una partida. Para los que no sepáis lo que es, el Go es un juego de tablero parecido al ajedrez, mucho más fácil de jugar, en el que hay que rodear territorio con piedras de tu color para ganar. Normalmente, cuando un jugador experimentado juega contra otro de nivel más bajo, le da dos o tres piedras de ventaja. A mí me dio cinco. Y me machacó. Sonora y dolorosamente. Eso sí, me encantó jugar contra él en un tablero de verdad y con piedras de verdad.



La noche la pasamos la mar de bien, en futones calentitos y blanditos, y a la mañana siguiente, y tras un desayuno europeo por el que nunca podré estarle lo bastante agradecido a la señora (ya me imaginaba el típico desayuno japonés con miso y rollitos de repollo) nos fuimos a visitar el castillo de Matsue. Estaba la parte de fuera, con sus jardines, y el edificio en sí, convertido en museo por dentro. Paso de hablar: vedlo vosotros.





Cuando acabamos ahí ya era hora de ir a la recepción de despedida, donde tuvimos comida europea y japonesa, mucho agasajo, y algo gracioso. Resulta que los japoneses, cuando se organiza una despedida de este tipo, tienen por costumbre ofrecer un pequeño espectáculo, y a nosotros nos pidieron que preparáramos algo. Formamos por nuestra cuenta tres grupos (españoles, italianos y polacos: el resto se metieron donde pudieron) y cada uno preparó algo. Primero entraron los polacos, cantando una canción popular "a capella" porque se olvidaron de llevarse la música. Muy chula. Luego entramos nosotros, portando una de las perlas más grandes (aunque no por ello más bonitas) que ha parido España: la Macarena. Sí, señores: nos pusimos a bailar la Macarena delante de más de 50 japoneses. Como el baile no requiere precisamente mucho ensayo, a nuestro grupo se sumaron franceses, alemán y húngara. Después subieron al estrado los italianos, que se pusieron a cantar el "Felicitá". Qué queréis, relajados como estábamos todos por haber hecho lo nuestro, al final nos subimos todos al escenario a cantarla con ellos. Claro, la letra no la sabíamos, pero se improvisa y queda hasta bien.

Después le tocó el turno a los japos, que nos pusieron delante una muestra de cultura milenaria: una pequeña obra de teatro en la que un guerrero salva a una chica de las garras de un dragón. Mejor me callo el resto.




Tras una sentida despedida nos fuimos al aeropuerto, descansamos durante el viaje de vuelta, y a la llegada, mientras algunos afortunados se iban a sus casas a ordenar ideas, los españoles nos fuimos a ver a Juanca y Sofi, que habían venido a vernos. La carrera que nos pegamos, con su trecho bajo la lluvia incluido, fue para el recuerdo, pero llegamos. Y mereció la pena, vaya que sí: jamón, tortilla de patatas, tomates, aceitunas, gazpacho, empanadillas, sobrasada, crema catalana, queso, y unos churros con chocolate que ni siquiera llegué a probar. Vale, también estuvo bien lo de ver a los Reyes, aunque eché de menos el "me llena de orgullo y satisfacción" porque no hubo ocasión para ello: el tema de la noche fueron los dos soldados españoles fallecidos en Afganistán.

Cuando los reyes bajaron del estrado, no pudimos menos que acercarnos a saludar: empujamos a Alberto, nuestro líder, hasta Juanca, nos presentamos y le dimos la mano. Como estaba demasiado ocupado no pudimos hablar, pero luego nos fuimos a ver a Sofi, y estuvimos un rato hablando con ella. Le contamos lo de nuestra beca, algún que otro chiste, lo normal. ¿Mi impresión? Juan Carlos está agotado, y no es para menos, pero Sofía está hecha una colegiala.




Bueno, hasta aquí el viaje a Shimane. Me ha llevado una semana poder contar lo que pasó esos dos días, pero realmente ha sido lo mejor que hemos hecho desde que llegamos a Japón. Sólo espero tener ocasión de repetir la experiencia en algún momento durante este año.

Humor del momento: pletórico. Una bebida: el granizado de frambuesas (¡Quiero otro!)

jueves, 13 de noviembre de 2008

Shimane (3ª parte)

A la mañana siguiente nos despertamos (es un decir), desayunamos (también es un decir: llevo aquí dos meses y aún no trago los desayunos japoneses) y nos fuimos a seguir haciendo el turista. Esa mañana tocaba visitar una casa tradicional japonesa, antes de ir a ver a nuestros "padres".

Al parecer, la casa en cuestión era muy famosa por la gente que vivió en ella y por la pasta que se gastaron en mantenerla. De hecho, la casa pasó a propiedad del estado porque los dueños ya no podían costearla, y desde entonces se ha quedado como exhibición de lo que es una casa tradicional japonesa, con sus jardines y tal. Tenía algunas cosas muy curiosas, como un extraño sistema de protección contra incendios: una viga de bambú que sujetaba el techo, hecha de manera que, ante un incendio, la viga se "encoja", dejando caer el techo sobre el incendio y extinguiéndolo. Curioso, ¿verdad?




Después de esta pequeña perla de cultura japonesa, nos llevaron a un lugar con un escenario con sillas, en el que nos sentamos todos para mirar de frente a las que serían nuestras familias durante el resto del día. Nos fueron llamando uno a uno, y conforme nos llamaban nos levantábamos y saludábamos con la mano. Creo que, cuando acabe el año, seguiré sin saber si los japoneses son realmente así de infantiles o si nos hacen hacer estas tonterías para reírse de nosotros. En fin, Filippo y yo nos fuimos con nuestra mamá japonesa y, tras un pequeño discurso, nos fuimos en coche hasta su casa.

Resulta que nuestra familia acogió a dos personas por una razón en concreto: tenían más pasta que un restaurante italiano. Luego me enteraría de que el marido de la señora era algo así como el gobernador de la ciudad, lo que explica que tengan una casa enorme con jardines y chófer particular justo enfrente del mismísimo castillo de Matsue.

Nada más llegar y deshacer nuestro equipaje, nos sentamos junto a la señora y el marido para trazar un plan de ataque a la ciudad: estaba lloviendo, así que decidimos que esa tarde la dedicaríamos a sitios lejanos en los que ir en coche, y la mañana siguiente al castillo, que lo teníamos frente a casa. Mirando un folleto que nos dieron, Filippo vio un edificio que le gustó: el museo de arte. Qué le vamos a hacer: el hombre es arquitecto, así que esas cosas le gustan. Decidimos pasarnos a verlo después hacia el final de la tarde. Tras decidir el plan de ataque, nos fuimos a comer, pero en el camino paramos en dos lugares: una antigua casa de samurais, y la casa de Lafcadio Hearn, uno de los primeros escritores europeos que dio a conocer Japón al mundo.

Tras una buena comida nos fuimos al museo de arte moderno de Matsue. Sinceramente, para ser la primera vez que visito un museo de arte, me ha encantado. Esperaba encontrarme arte de ese abstracto, manchurrones de pintura y cubos de colores, pero en lugar de eso me encontré con caricaturas, paisajes, retratos, todo maravillas. Hubo algunos cuadros que realmente me encantaron, como los de Yoshio Hayashi, dibujos infantiles preciosos. Además, el museo estaba rodeado de un jardín muy chulo.



Tras eso nos fuimos al museo que quería ver Filippo. Tras dar algunas vueltas por los alrededores, nos encontramos de casualidad con un concierto de jazz. Hacía mucho frío, por lo que Filippo y la señora se volvieron a casa, pero los que me conozcáis sabréis que puedo llegar a congelarme por oir jazz, y eso hice. Bueno, exagero: no hacía tanto frío, pero sí es cierto que el concierto casi se canceló por culpa del mal tiempo. De hecho iba a durar varias horas, pero se quedó en una hora sólo. Aún así, disfruté cada segundo.


(continuará)

Humor del momento: madre mía, "feliz" es quedarse corto. Un instrumento: el contrabajo (¡Quiero uno!)

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Shimane (2ª parte)

Antes de seguir con la historieta del finde en Shimane, un detalle: ¿sabéis cual es la regla principal que siempre se cumple en los viajes, verdad? Exacto: siempre se te olvida algo. En mi caso, lo que se me olvidó fue recargar la batería de la cámara, o en su defecto cargarla antes de irme. Eso quiere decir que a poco de empezar el viaje me quedé sin batería en la cámara, con lo que a partir de cierto punto todas las fotos están hechas (muy malamente) con el móvil. Ya me perdonaréis...

En fin, sigamos. Después de visitar el templo de marras ya era tarde, así que nos fuimos a cenar a un restaurante de por ahí. La verdad, ya sabemos que la gente de las becas son bastante rácanos con el dinero, pero esto se pasó: la cena estaba malísima. O eso, o me estoy malacostumbrando a la comida japonesa, pero sinceramente, he probado cosas muchísimo mejores que lo que nos pusieron allí: un bol de arroz, algunos trozos de tempura y de pescado, algas, un pequeño cuenco de chanko (la comida de los sumos) bastante soso, un bol de sopa de almejas... Por la vista entraba muchísimo, pero qué queréis que os diga, en cuanto lo probé... en fin, que la cena dejó que desear, pero lo siguiente nos resarciría: la siguiente visita de la noche era un onsen.

Igual alguno no sabe lo que es un onsen. Vergüenza debería daros, pero bueno, lo explico: un onsen es un manantial natural de aguas termales. Cuando llegamos nos dijeron dónde estaban las taquillas y allí nos desnudamos (sí, enteritos), nos duchamos, y ya limpitos nos metimos en el agua. Había donde elegir: agua helada, agua caliente, y agua muy caliente, éste último en el exterior, chulísimo, tal y como se ven en las películas, hecho con piedras enormes puestas formando una especie de lago. Además también había un par de saunas, una a baja temperatura y otra a alta. Me metí en la baja, y teniendo en cuenta que no aguanté ni cinco minutos ahí dentro, ni se me ocurrió pasarme por la otra. Eso sí, lo que es el onsen en sí estaba guapísimo: tranquilo, super-relajante, calentito... Lo único que no me gustó es que no fuera mixto, pero bueno, así de cortados son los japoneses, qué le vamos a hacer...

Desde ahí nos fuimos a ver uno de los espectáculos más característicos de la zona: la llegada de los dioses a la costa de Izumo. Resulta que este fin de semana era precisamente un festival en el que los 8 millones de dioses japoneses (100 arriba, 100 abajo) salen del mar y se reúnen en Izumo para deliberar sobre las peticiones de sus fieles. La fiesta consistía en reunirse en la playa y observar cómo un grupo de monjes llevaba a cabo una ceremonia que no entendíamos y que apenas veíamos. Oye, al menos estábamos junto al mar, por no mencionar que ésta es una de esas escasas ocasiones en las que se puede estar en silencio en Japón.


Después nos fuimos al hotel, donde tuve mi primera experiencia-tatami. Me explico: sabéis que mi habitación es de estilo occidental, ¿verdad? Con cama y eso... Bueno, pues esa noche dormimos sobre un futón. Tengo que deciros que, a pesar de las apariencias, es sorprendentemente cómodo: no tuve ningún problema para dormir esa noche. Bueno, igual es porque estaba rendido, pero aún así, no me molestaría dormir así todas las noches. Claro, no es lo mismo poner el futón en un suelo de piedra que en uno de tatami, que es como una esterilla de playa muy gorda puesta sobre un suelo de madera. En fin, me callo lo obvio: después de montar las "camas" nos pusimos los yukatas, nos bajamos a la zona común a tomar algo, y cuando nos echaron de allí seguimos la fiesta en nuestro cuarto, donde nos sentamos a parlotear como cotorras hasta cerca de las 2 de la mañana. Igual no fue tan buena idea, porque al día siguiente nos iban a levantar a las 8, pero bueno...



Humor del momento: relajadísimo y lleno de dioses por todas partes. Un objeto: el futón (¡quiero uno!)

PS: Ya me perdonaréis por la escasez de fotos, pero entended que ni le iba a sacar una foto a la comida del restaurante, ni podía sacar fotos en el onsen, ni salía nada más que negro en las fotos de la llegada de los dioses, ni estaba para muchas fiestas en el hotel, después del día que llevamos.

martes, 11 de noviembre de 2008

Shimane (1ª parte)

Bueno, si ayer no escribí fue porque tuve que hacer un par de cosas... una semana de deberes y de ropa para lavar, para empezar. Aprovechando que durante la semana no suele pasar nada, y que durante el viaje pasaron más cosas que en un mes entero de clases normales, voy a dedicar esta semana a explicar todo lo que pasó en el viaje a Shimane.

Para empezar, la salida. La idea era reunirnos todos en el aeropuerto de Haneda sobre las 9:30, para salir a las 11. Os voy a sorprender un poco: en Japón, y para los vuelos domésticos, no hay problemas en llevar líquidos y comida encima. Al menos en eso son un poco más inteligentes que los europeos y americanos. Aprovechando eso, nos llevamos la comida puesta, para tener algo que hacer en el avión.



El vuelo llegó a Shimane, más concretamente a Izumo, sobre las 12:30, desde donde nos fuimos a hacer el turista. Lo primero que vimos fue el museo de historia antigua de Izumo. ¿Qué os voy a contar? Un museo es un museo, lo mires por donde lo mires, ¿verdad? Naaah, aquí siempre hay sorpresas. Para empezar, el museo tenía, además de lo típico (campanas y espadas antiguas: tened en cuenta que Izumo es una zona importante por sus templos), tenían un par de cosas interesantes: unos jardines gigantescos, y una sala dedicada a los templos antiguos, en particular a un tipo de templo que, si entendí correctamente, no es más que un mito: una especie de casita en lo alto de una escalera larguísima, a veces con un ángulo de inclinación realmente suicida de unos 60º. Ah, y esta gente es rara hasta para los museos: en lugar de tener un guía que te explique las cosas en inglés, nos dieron una guía electrónica con unos auriculares. El caso es que la guía electrónica tenía un nosequé raro, como si me sonara de algo...



Después del museo, nos volvimos a subir al bus para irnos a uno de los templos más importantes de la zona: el Izumo Taisha. Allí nos enseñaron el templo, y nos hicieron el honor (no es ironía, os lo aseguro) de permitirnos asistir a una de las ceremonias. Trataré de explicarla: primero un par de monjes empiezan a tocar un tambor enorme y una flauta para darle la bienvenida al monje y a la miko (sacerdotisa). Cuando suben al escenario, la miko se sienta y el monje se acerca a uno de los dos palos con papeles colgando que hay sobre el escenario. Siento mucho no poder enseñaros fotos, pero estaban prohibidas. El caso es que, ante el primer palo con papeles, suelta un pequeño discurso, creo que rogando por cosas importantes a los dioses. Luego coge el palo y lo agita. Después se va ante el segundo palo, y nombra a TODOS Y CADA UNO de los que están presentes en la ceremonia. A nosotros, como somos la tira y nuestros nombres no es que sean fáciles, nos metió a todos en un sólo saco: miembros del programa Vulcanus venidos del centro para la cooperación europea. Os lo juro: cuando escuchamos el nombrecito del centro en japonés (algún día os lo escribiré, que tiene miga), nos quedamos helados. Bueno, pues el hombre siguió nombrando a todos los presentes, con edad y profesión, y luego repitió lo de agitar el palo. Luego se sentó mientras la sacerdotisa bailaba para agradar a los dioses, y así terminó la ceremonia. Al final, sacaron a dos de los asistentes (uno de la Vulcanus) para ofrecer unas plantas a los dioses, y nos dieron un vasito de sake, que algunos se llevaron de recuerdo. Si llego a saber que se podía llevar no hubiera devuelto el mío, caramba. En fin, luego nos enseñaron el templo por fuera, donde vimos algunas cosas muy chulas...




(continuará)

Humor del momento: relajado e importante a partes iguales. Un instrumento: la flauta (¡quiero una!)

jueves, 6 de noviembre de 2008

Preparados para partir

Hoy ha habido un par de cosas especiales. La primera es que nos han cambiado el maxi-examen para dentro de una semana (¡bieeeen!), lo que sumado a que tenemos poquitos deberes nos hará disfrutar bastante más del fin de semana en Shimane. Lo segundo es que hoy hemos tenido dos conferencias. Sí, una de esas sesiones dobles que tanto nos gustan. Por qué no hacen esas sesiones cuando tenemos a la profe aburrida, nunca lo sabré. Hay que ver, con lo bien que me caen las profes de los jueves y los viernes, y casi no tengo ocasión de verlas...

En fin, las conferencias de hoy han sido un auténtico fiasco, todo hay que decirlo. La primera trataba sobre la postura de la Unión Europea acerca del calentamiento global. Un tema muy interesante, si no fuera porque el tipo que nos ha dado la conferencia se ha centrado mucho más en vendernos el plan y convencernos de lo bueno que es, en lugar de explicarnos cosas realmente interesantes, como la historia del calentamiento global, alternativas viables al plan de reducción de emisiones, sistemas punteros de energías renovables... Para que os hagáis una idea, el momento más interesante ha sido al final, cuando hemos hecho la ronda de preguntas, y Karol, un polaco muy "salao", ha soltado que en realidad no hay ninguna relación probada entre el aumento de CO2 en la atmósfera y el aumento de la temperatura. Lógicamente, la mayoría de los que allí estábamos se ha puesto en su contra, pero algunos han comentado que habían leído lo mismo en libros respetables (yo me cuento entre estos) y que, si bien las medidas de regulación de emisiones y el plan de energías renovables es algo muy necesario, habría que pensar en alternativas viables por si acaso la causa del calentamiento no es esa. En fin, a lo que iba: el debate ha surgido, se ha animado, y lo ha terminado cortando el presentador, porque quedaba un poco feo que estuviéramos todos hablando entre nosotros mientras el conferenciante no podía meter baza, supongo qu eporque no tenía mucha idea...

La segunda conferencia ha sido mucho más sosa, al menos para mí. Trataba de... vale, no me acuerdo. Mi cerebro se ha ido a otra parte durante esa hora y media, pero la culpa es del tema, que no me interesaba en absoluto. creo que era algo sobre economía, pero en plan muy específico, y francamente, no me enteraba de nada.

En fin, como ya sabéis, mañana por la mañana me voy a Shimane, y no volveré hasta el domingo por la noche, así que os veré entonces. Un abrazo.

Humor: preocupado por la falta de sueño. Un sabor: el chocolate.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Nihao, bonjour, guten tag...

Un nuevo día, una nueva clase. Un nuevo miércoles, una nueva clase con la profesora aburrida. En fin, al menos no hemos pasado mucho rato con ella, porque a media mañana nos ha tocado una de esas cosas que trastocan la monotonía.

Resulta que hoy nos hemos juntado con otra clase, una de chinos y coreanos, para hablar con ellos sobre (adivinadlo) nuestros respectivos países. La idea era llevar fotos y cosas así para enseñar. Hemos llegado, nos han repartido en grupos, y nos hemos puesto a hablar. ¿Lo malo? Tenemos un nivel cutrísimo, así que no podíamos decir mucho. ¿Lo bueno? El nivel de la mayoría de ellos no era mucho mejor, así que usaban palabras fáciles, lo que no quiere decir mucho, porque aunque un coreano puede hablar japonés con cierta facilidad, para un chino es dificilísimo. La razón es que el chino tiene una barbaridad de sonidos diferentes, y aún así hay muchos sonidos del japonés que no saben hacer, por lo que el acento que les sale es rarísimo... Vale, voy a decirlo: ¿Quién iba a pensar que un español, un alemán o un francés pueden pronunciar el japonés más fácilmente que un chino?

Por la tarde hemos tenido una reunión en el centro para organizar la salida a Shimane: saldremos el viernes por la mañana y volveremos el domingo por la tarde, justo a tiempo para ir a la recepción de los Reyes de España que vienen a visitarnos. Sí, a nosotros, los vulcanianos. ¿Qué otra razón podrían tener Juanca y Sofi para venir a Japón? No se me ocurre ninguna...

Humor: Sentimientos encontrados. Un pájaro: El fénix.

martes, 4 de noviembre de 2008

¿Tiempo libre? ¿Qué es eso?

Otro día normalito, lleno de deberes, aburrimiento en clase y demás. Lo único que merece la pena contaros hoy es el plan de principio de mes, consistente en conversaciones en japonés con gente de otras clases (como si no tuviéramos bastante con exponer nuestra ignorancia entre nosotros mismos), comienzo con los nuevos libros (el de kanjis, igual que el otro: los de las primeras lecciones están chupados y los de las últimas son imposibles), y el anuncio de un maxi-examen de gramática para el lunes que viene, y lo de "maxi" no es broma: se trata de cubrir TODA la gramática del primer libro.

Muchos pensaréis que, con lo que me he quejado de lo malo que es el libro, eso no debería ser un problema. Es cierto, no lo sería... si no fuera por el plan que tenemos para este fin de semana. Y por una vez, el plan no lo organizamos los Vulcanus, sino la gente de la beca.

Os explico. Resulta que una de las cosas que tiene esta beca es que te dan la oportunidad de pasarte un fin de semana en casa de una familia japonesa, en un pueblecito que se llama Shimane. Bueno, pues ese fin de semana es éste. El próximo. Justo antes del maxi-examen. Y de la visita de los reyes de España a Tokyo, a la que también queremos asistir, claro. De hecho, tendremos que llevarnos los trajes al viaje y ponérnoslos en el avión, o algo así, porque si no no nos da tiempo. Podría decir muchas cosas al respecto, pero Murphy lo dice todo.

Humor: ligeramente agobiado. Una serie: Charlie, the unicorn.

lunes, 3 de noviembre de 2008

En Hakone

Bueno, vamos allá. Como ya dije, ayer me pasé el día en Hakone, un pueblecito cercano al monte Fuji. La idea era salir por la mañana y volver por la noche. Como no quería llegar tarde (como siempre hago), me puse el despertador temprano. Tan temprano, de hecho, que llegué a Shinjuku una hora antes que todos los demás. Bueno, andar un poco es bueno para el cuerpo.

Héctor y yo nos encontramos en Shinjuku para salir en un tren que iba directo a Hakone, y encontrarnos con los demás en el camino. El tren estaba lleno. Buen comienzo: nada más empezar, y Héctor y yo llegaríamos media hora más tarde que los demás. Eso sí, aprovechamos bien el tiempo en el tren: una partidita de go. Ambos llevábamos años sin jugar, y eso se notó, pero lo disfruté como un enano.

Cuando llegamos a Hakone, los demás estaban haciendo cola para coger un bus que nos llevaría a la zona céntrica de Hakone. El bus nos costó un ojo de la cara, pero yo creo que mereció la pena: la zona por la que estuvimos paseando después valía su peso en oro.





Después de visitar el templo vimos que no nos daría tiempo a hacer todo el camino a pie, así que nos volvimos atrás, y decidimos tomar uno de los barcos que nos llevarían al otro lado del lago. Cogimos el más barato, y me alegro, porque fue de lo más divertido. Mirad, mirad.





Después del trayecto pensamos en coger el teleférico para ver algunas cosas más, pero nos echaron atrás dos cosas: el precio, y que ya estaba anocheciendo. De todas formas, nos quedamos con una cosa: para visitar Hakone correctamente, hay que comprarse un pase de fin de semana que te cubre todos los desplazamientos. Si decidimos volver, éso será lo que hagamos.

Y para acabar, una pequeña explicación de mi cansancio de anoche. Resulta que había un autobús que iba desde donde estábamos hasta Sinjuku, sin necesidad de pasar por la estación para coger el tren. Nos pareció una buena idea, así que Héctor y yo lo cogimos para volver, porque nos salía más barato que la otra alternativa. Bueno, dejadme haceros otra recomendación: nunca, nunca, nunca cojáis autobuses en Japón en un fin de semana en el que haya puente (sí, hoy es fiesta en Japón), porque el tráfico, vayáis adonde vayáis, será atroz. Tardamos 5 horas en volver a Shinjuku, y porque tuvimos suerte. Fue una tortura. Pero bueno, ahora os dejo, que tengo una amiga que ha venido a casa a jugar. Os dejo con una foto suya, para que veáis lo guapa que es. Nos vemos.


Humor: juguetón. Un juego: Zelda, Phantom Hourglass.