martes, 31 de marzo de 2009

Tori wo mite!

Vale, cada vez que descubro un nuevo aspecto de la cultura japonesa, me quedo más a cuadros que antes. Me explico: hace unos días que estoy empezando a leer japonés. Sí, lo sé, ya iba siendo hora. El caso es que, tras acabar con unos comics en japonés que me traje de España, me he puesto a leer unas historias que me compré en Tokyo cuando estaba empezando a aprender japonés. La primera impresión ha sido estupenda, más que nada porque (oh, maravilla) entiendo los textos. Vale, son de un nivel muy básico, pero los entiendo, y eso me encanta. ¿A qué viene todo esto? Pues viene, ni más ni menos, a que los japoneses están fatal de la cabeza. Esto no es nuevo, lo he dicho muchas veces, y alguna vez he comentado que se convierten en "japoneses" cuando empiezan a trabajar, pero que los niños son normales. Pero es que, a base de leer historias para niños japoneses, me doy cuenta de que ya desde pequeños les intentan deprimir. Hasta ahora me he leído dos historias y el argumento de una tercera, y os las voy a resumir para que veais a qué me refiero.

En "Houi y Chan'a" (vale, ésta es China, pero también cuenta) un dios llamado Houi mata a flechazos a 9 de los 10 hijos del rey de los dioses, por lo cual éste lo expulsa al mundo de los hombres, donde envejecerá y morirá con su esposa, Chan'a. Como esa perspectiva no le gusta, se va a ver a una anciana que le regala un melocotón mágico: quien se come la mitad nunca muere, quien se lo come entero puede volar al reino de los dioses. Se vuelve a casa con el melocotón, pero su esposa dice que los vestidos y la comida del mundo de los hombres no le gustan, así que coge el melocotón y se lo come entero. Y sólo tras echarse a volar, cae en la cuenta de que el rey de los dioses no la va a dejar volver, así que se va a vivir a la Luna, dejando a Houi solito en la Tierra, DONDE MORIRÁ SOLO.

En "Gon, el zorro", un zorro muy travieso se encuentra a un hombre pescando y le echa toda la pesca al río. Mientras el hombre le grita, Gon se vuelve a su casa, riéndose. Al cabo de unos días baja al pueblo y ve que están celebrando un funeral, el de la madre del pescador, que murió con el deseo insatisfecho de comer anguilas. Gon se siente muy mal, así que decide llevarle pescado al hombre, pero como no sabe pescar, lo roba de un vendedor ambulante, y le deja el pescado en su casa. Al día siguiente le lleva castañas y champiñones de la montaña, pero se encuentra con que el hombre tiene un ojo morado, regalo del vendedor de pescado, que le creyó un ladrón. Sintiéndose aún más culpable, Gon le lleva castañas y champiñones todos los días, hasta que el hombre cree que un dios le está compensando por la pérdida de su madre. Pero un día, el hombre ve al zorro entrar en su casa y le pega un tiro, y sólo cuando lo tiene muerto a sus pies se da cuenta de que era él el que le llevaba castañas y champiñones. Y, para rematarlo, LA ESCENA DEL ZORRO AGONIZANTE QUE ENTREABRE LOS OJOS CON LÁSTIMA.

Y luego tenemos "la leyenda de Urashima Tarou", cuento muy famoso sobre un hombre que salva a una tortuga que resulta ser la princesa de un reino submarino. El rey invita a Urashima a su reino, y al cabo de unos días allí empieza a echar de menos su casa, por lo que pide volver. Antes de irse, la princesa le da una caja, diciéndole que no se le ocurra abrirla (¿y entonces para qué diantres se la das, tonta?), y Urashima vuelve a casa para ver que ya no hay nada, ni su familia, ni sus amigos, ni nadie que le conozca. Resulta que han pasado 300 años. Lógicamente, en estado de shock como está, abre la caja, momento en el cual envejece una barbaridad, y llega a morir, mientras oye la voz de la princesa decirle "¿No te dije que no abrieras la caja? En ella estaba guardada tu edad..." O sea, que no sólo sabes que han pasado 300 años y no le dices nada al chaval que te salvó la vida, sino que ENCIMA LE DAS UNA CAJA QUE LE MATA SI LA ABRE. Bien por tí, princesita.

Ahora en serio, ¿qué le pasa a esta gente? ¿Han oído alguna vez hablar de algo llamado "final feliz"? Los japoneses tienen que ser la gente más deprimida y deprimiente del universo. Y no sólo los adultos son los que piensan de esta forma tan macabra: la historia del zorro la escribió un chaval a sus 18 años. Vale que tenía una enfermedad terminal y murió 11 años después, pero eso no viene al caso: el hecho es que esta historia se volvió famosa, y toda la gente de mi trabajo la han oído de niños. Es como si en España todos los niños hicieran un maratón de "Fievel", "Bambi" y "Fiel Amigo" por recomendación expresa de sus padres. Nada, que no tienen remedio.

Humor: cabreado. Una película: "En busca del valle encantado", para completar la alegría.

jueves, 26 de marzo de 2009

Tengoku no hashi

Bueno, este fin de semana han pasado muchas cosas. Vale, exagero, solo ha pasado una: me he ido de viaje con unos amigos por esos pagos de Japón. El plan era que unos compañeros y yo íbamos a aprovechar unos billetes especiales que tienen aquí en Japón, que sólo salen a la venta tres veces al año, para pagarnos unos viajes en plan turista a un pueblecito llamado Amanohashidate, que tiene unas vistas preciosas. ¿El resultado? En relación a Amanohashidate, un éxito total, pero luego la idea era que les iba a enseñar cosas de Osaka a esos compañeros, y como no podía ser de otra forma, se puso a llover. De todas formas ya estábamos todos para los leones, así que tampoco es que hubiéramos podido hacer muchas cosas aún con buen tiempo. Bueno, vamos al meollo.

El viernes (que fue fiesta aquí) nos reunimos en Kobe, vimos algunas cosas (yo ya estuve, ya pondré las fotos algún día) y después de comer nos fuimos a Himeji. Es un trayecto cortito, y en Himeji nos pasamos un par de horas viendo el castillo. Es chulo, parecido al que vimos en Shimane.






Por la tarde nos juntamos con Rocío, la última del grupo (que ya ha visto medio Japón, la muy), nos metimos en el tren, y nos pasamos las horas de viaje hasta Amanohashidate partiéndonos de risa. El tema principal de la conversación es que estábamos, literalmente, en medio de ninguna parte, como podeis ver.


Llegamos ya de noche, nos metimos en un taxi que nos llevó al hostal donde pasaríamos la noche, ducha, planificación del día siguiente, y a la cama. Pensamos en ver amanecer, pero desechamos el plan casi al momento. A la mañana siguiente nos alegramos, porque pese a levantarnos temprano el sol ya hacía horas que estaba rondando. Nos echamos a andar buscando algún sitio donde desayunar, y cuando descubrimos que en todo el pueblo sólo había un supermercado y que abría al cabo de más de media hora, pasamos de desayuno y nos fuimos al objetivo principal: un telesilla que nos llevaría a lo alto de una montaña.





Y esto es lo que nos encontramos en lo alto de la montaña.


A ver, os explico: la idea es que, si miras al istmo boca abajo, parece un puente que cruza el cielo. Hay que echarle imaginación, ir sin desayunar y pasarse varios minutos con la cabeza entre las piernas, pero funciona. Que sí, en serio.




La vuelta al tren la hicimos pasando por encima del istmo en sí, en bicis alquiladas, haciendo muchas paradas para disfrutar de la playa más curiosa que he visto nunca. En serio: ¿cuántas veces habéis estado en una playa en la que, si empezais a andar dejando el mar a vuestra espalda, lleguéis a otra playa?




Y ya está. Eso es Amanohashidate. Cogimos el tren de vuelta a Osaka, vimos el Sky Building, cenamos okonomiyaki, y me fui a casa en el último metro de la noche. Ellos se quedaron de fiesta un par de horas más y se echaron a dormir en un manga café. Me hubiera ido con ellos, pero es que aquí tengo casa, y eso llama mucho.

Del día siguiente, domingo, poco hay que contar. Por la mañana nos fuimos a ver el castillo de Osaka (ya llevo 3) y luego a un spa. Sí, lo sé, no es muy turístico, pero después de la marcha que llevábamos se agradeció mucho. Cuando salimos del spa estaba lloviendo, y no amainó en toda la tarde, así que nos la pasamos por distritos comerciales cubiertos. Acompañé al grupo a la estación de autobús, me fui a casa, y me pasé el día siguiente como un zombi, de cansado que estaba. Pero ha merecido la pena.

Humor: como si estuviera en el cielo, pero boca abajo. Una canción: “Villain”, de LittleKuriboh.

domingo, 15 de marzo de 2009

And now for something completely different...

Bueno, los más avispados (o símplemente los pocos que hayais leído mi último post, después de un mes sin escribir nada) os habréis dado cuenta de que Kyoto me gustó tanto que, prácticamente, repetí la entrada. Es lo que tiene no ponerle fecha a las fotos, que luego me lío y no sé cuándo he hecho lo que he hecho. En fin, una vez comprobado lo avispado que soy, vamos a ver si os puedo contar algo nuevo.


Éste es el museo de ciencia de Osaka, que visitamos Filippo y yo hace un tiempo. Por dentro no se podían sacar fotos, pero es el típico museo de "tócalo todo", así que nos lo pasamos muy bien. También nos metimos en un planetario que tenían dentro. Era como una sala de cine en la que cada asiento se reclina como una cama, y todo el techo y las paredes forman una semiesfera sobre la que se proyecta la película. Como la peli de estrellas era muy tarde, nos metimos a ver una película manga que también me gustó mucho, sobre un chico que acababa de morirse y que iba en un tren de camino al cielo, o algo así. No sé, aún no estoy tan puesto en el idioma como para enterarme, pero me gustó mucho.



Esto es el Sky Building, un edificio altísimo y bastante famoso de Osaka. Se usa casi por completo como edificio de oficinas, pero también hay plantas dedicadas a fiestas y exposiciones, y las últimas plantas son un mirador fantástico de Osaka, como podéis ver.

Y ahora voy a completar el día de hoy con algunas fotos del famoso castillo de Osaka, que ya he visto 2 veces y que no me canso de ver. Una vez más, no hay fotos por dentro, porque está prohibido, pero es una especie de museo de historia del castillo, así que no os perdéis nada. Para mi gusto, lo mejor es lo que se puede ver desde fuera:






Bueno, hasta aquí por hoy. Espero no haberme repetido otra vez, y lo siento. Hasta pronto.

Humor: Algo avergonzado. Una serie: Sonic The Hedgehog.

PS: Por cierto, para manteneros un poco al día, os diré que ayer y anteayer me los pasé en Tokyo, porque teníamos reunión del grupo. La idea era que cada uno llevaría una presentación de entre 5 y 10 minutos para mostrar a los demás cómo le iban las cosas donde sea que estuviera. Siempre que hay algo como esto, alguien tiene que meter la pata, y esta vez me tocó a mí: cuando copié mi presentación al ordenador que íbamos a usar, descubrí con horror que, al hacerla, sólo había copiado a la presentación los enlaces a las fotos, no las fotos en sí. Para los legos en la materia, eso significa que la presentación en sí estaba vacía, así que tuve que soltar mi rollo sin soporte visual, lo que nunca queda bien. En fin, al menos logré arrancar alguna sonrisa al público; con eso me conformo. Un día que no tenga nada que contar a lo mejor hago la misma "presentación" aquí, con la fotos que nunca se vieron en directo. Ya veré. Un abrazo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Mada ikiteru

Soy consciente de que hace como eternidad y media que no escribo nada. A los que se han preocupado, tranquilidad, que no pasa nada. A los que les da igual, ya he vuelto. Si volveré a escribir con tanta asiduidad como antes, no tengo ni idea, pero se intentará. No he dejado de escribir por falta de cosas que decir, eso desde luego. Si ha pasado tanto tiempo desde mi último post ha sido por pura y simple dejadez. Como le decía a un amigo hace poco, cada vez que tengo algo que contar estoy demasiado cansado para contarlo, y luego se me olvida. En fin, aprovechando que hace un mes justo que no escribo, a ver qué podemos hacer para remediarlo...

Para empezar, un repaso rápido de los temas "serios", léase: trabajo y beca. Del trabajo poco hay que decir: ya terminé lo que me encargaron (otra vez), pero el programa con el que estoy trabajando tiene algunos fallos, así que me pasé la semana pasada sin poder probar lo que he hecho, esperando a que el autor del programa lo arreglase. Evidentemente, podría haberlo arreglado por mi cuenta, pero teniendo en cuenta que el autor en cuestión se sienta a dos mesas de mí, no me daba la gana: prefiero que lo arregle él, que para eso lo ha hecho. Y francamente, creo que he hecho bien en esperar: no solo me he pasado una semana de lo más tranquilita en el trabajo, sino que el "arreglo" que le ha hecho el autor en cuestión ha sido, símplemente, quitar un puñado de cosas que hacía el programa. Para los profanos, eso significa que el hombre sabía lo que fallaba, pero no tenía ni idea de por qué. Bien hecho, caballero.

Respecto a la beca, este viernes (día 13) tenemos una reunión en Tokyo todos los Vulcanianos, para ponernos al día. A cada cual le tocará hacer una presentación en japonés (la cual aún no he empezado, a pesar de haberme pasado toda la semana pasada sin trabajo) para contarnos cómo de bien o de mal nos está yendo. La verdad es que tengo ganas de volver a ver a algunos de los compañeros: esas mañanas que nos pasábamos cotorreando como viejas y luego yéndonos a patearnos Tokyo por la tarde se echan de menos. Por eso me voy a pasar también el sábado allí. Bueno, por eso y por hacerle una visita a Akiba, que seguro que me echa de menos.

Pero dejémonos ya de rollo y vamos a lo interesante. ¿Qué he estado haciendo últimamente? Pues nada grande, pero mucho pequeño. Me explico: me pasé un día en Kobe haciendo turismo, otro en Kyoto viendo templos, visité el museo de ciencia con Filippo, fui a una fiesta en su casa, hice algo de turismo por Osaka, me he registrado en el club de aikido al que estoy yendo, me he comprado una bici, y me he roto una pierna. No, esperad, eso último no me ha pasado. Pero dadme tiempo.

Como contar todo esto se alargaría bastante, voy a empezar por el tema de turisteo, y ya seguiré luego con otras cosas. Por ejemplo, Kyoto. La idea del viaje era que un amigo de Filippo que vive allí tenía la tarde libre, así que nos juntamos los vulcanianos de Kansai (Miki, Filippo y yo) y nos fuimos a la aventura. Antes de seguir, una nota: era domingo, y el hombre sólo tenía libre la tarde. Porque por la mañana trabajaba. Viva Japón. En fin, no vimos gran cosa porque no íbamos con nada en la mente, pero nos lo pasamos muy bien: vimos un puñado de templos...





...las callejuelas de Kyoto...


...y un restaurante de sushi. Chulo, ¿eh?


En plan culturilla, os cuento un poco cómo funciona el tema. Por la cinta que se ve detrás nuestro van pasando platos con sushi de distintos tipos. Hay de todo: varios pescados y carnes diferentes, tortilla, postres, verduras... de todo. Pero si quieres algo en especial, lo buscas con la pantalla que se ve en la parte de arriba de la foto y lo pides, te lo preparan, y al cabo de un rato llega un pequeño trenecito con tu pedido en el vagón. Lo coges, le das al botón rojo, y el tren se marcha. Nos gustó tanto el tema que pedíamos todo lo que queríamos, sólo por ver el trenecito. Si es que nos divertimos con cualquier cosa...

Con un poco de suerte, mañana sigo explicándoos este último mes. Un abrazo a todos. Que os he echado de menos, tontorrones...

Humor: alegre de haber vuelto. Una canción: "Give a reason", de Megumi Hayashibara.