lunes, 11 de mayo de 2009

Watashi ha koukousei tantei, Kudou Shinichi

Ayer fui a ver mi primera película en japonés al cine. Desde que me dijeron que iba a venir a Japón, sabía que iba a ir al cine a ver una película de Detective Conan, y parece que los japoneses me oyeron, porque decidieron que iban a hacer la de este año más épica que de costumbre. Lógicamente, no me enteré de gran cosa de la película (como diría quien yo me sé, "simplemente me quedé ahí sentado mirando aquellas bonitas imágenes"), pero disfruté como un enano, entendí bastantes más cosas de las que me esperaba, y fue un subidón en mis ganas de aprender japonés que, francamente, necesitaba. Entre la semana que me pasé en España y la Semana Dorada, en la que solo he hablado en español, ya se me había olvidado este bonito idioma.

Y como las mejores terapias son las de choque, hoy he tenido que hablar delante de la gente de mi empresa, otra vez. La historia, no sé si lo he dicho ya, es que cada lunes por la mañana una persona del departamento se pone delante del resto y habla de "algo que le haya ocurrido". No sé si será una forma de que la gente se conozca mejor a la fuerza o simplemente se aburren, pero esta semana me ha tocado a mí. En realidad me tocaba el jueves pasado, que fue el primer día de trabajo después de la Semana Dorada, pero estaba tan reventado que me pedí el día libre. Mejor: un fin de semana más para preparar el discurso.

La mayoría de los japoneses, al menos los que trabajan para una compañía grande como Sanyo, no tienen intereses fuera del trabajo. Supongo que le dan al trabajo más importancia que yo, o tal vez no tienen tiempo para nada más, pero el caso es que, cuando les toca hablar, la mayoría solo hablan de su trabajo. De vez en cuando hay casos especiales, como el tipo que tuvo que cuidar de su hijo cuando pasó una gripe muy mala, pero son excepciones. Yo, como buen español, he hablado de la Semana Santa. La alternativa era hablar de mi viaje a Hiroshima, pero a los japoneses les aburre hablar de Japón, porque se pasan el día oyendo discursos patrióticos por todas partes (en serio, en casi todas las celebraciones se menciona el nombre del país en un momento u otro).

En fin, podría haber ido peor. Me preparé, con ayuda de un amigo (gracias, Carlos), el discursito en cuestión. Me lo estudié, me lo repasé, lo hice lo más fácil que pude... y, lógicamente, llegado el momento me quedé en blanco. Olvidé la regla de oro de los discursos: comienza con algo intrascendente para calentar y dejar que llegue el resto. Total, que el primer párrafo me lo inventé por completo, y me quedó fatal. Aún así, creo que el resto fue bastante bien, pero espero no tener que repetirlo en la vida. Esperanza vana, porque me quedan al menos otros dos discursos para dar mientras estén en Japón.

Humor: risilla nerviosa. Una frase: Shinjitsu wa itsumo hitotsu!

PS: Como tengo una suerte que no me la merezco, nada más salir de ver la peli de Detective Conan me encontré, de pura casualidad, con estas cosillas, que pasaron a formar parte de mi ya abultada colección de plástico.

No hay comentarios: