domingo, 30 de agosto de 2009

Es el final de una era...

Bueno, pues ya está. Desde ayer estoy de vuelta en mi casa de España, tras una fiesta de despedida muy sentida con todos mis compañeros, un viaje de 12 horas hasta Munich, seguido de algunas despedidas más con los 3 otros Vulcanus con los que compartí avión, otro vuelo hasta Madrid, donde pasé la noche, y un último trayecto de 5 horas de tren. Cuesta creer que no vaya a volver a Japón, al menos por ahora. Cuesta hacerse a la idea de que vuelvo a estar en casa, o en la que era mi casa antes de irme. A lo largo de este año me han pasado muchas cosas, buenas y malas; he conocido a mucha gente; he vivido muchas experiencias... y no me arrepiento de uno solo de los momentos que he pasado en Japón. Si pudiera volver al pasado y alguien me contara lo que iba a vivir en Japón durante este año, no habría cambiado ninguna de mis decisiones. No diré que ha sido el mejor año de mi vida, ni el mejor viaje de mi vida, pero sí puedo decir que ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida. He cambiado mucho como persona (todo a mejor, me gustaría pensar), y creo que todo lo que he aprendido lo podré poner en práctica durante el resto de mi vida.

La misión de este blog era servir de reflejo de mis experiencias durante este año. Por eso, éste es mi último post. Se ha cerrado el círculo, y como prueba queda aquí el registro de mi día a día en Japón durante este último año. Acabaré con un consejo a todos los que alguna vez hayan leído este blog y a todos los que lo lean.

Aprovechad las oportunidades que se os ofrecen.

No todo el mundo tiene la oportunidad de hacer algo como esto. Tampoco es necesario. En nuestro día a día se nos ofrecen infinidad de oportunidades para cambiar nuestra vida, un poco, mucho o por completo. No las desaprovechéis. No os rindáis a la rutina. No os dejéis llevar. No digo que luchéis hasta que el cuerpo caiga, pero sí digo que las oportunidades están ahí, para vosotros, para quien las desee.

Éste es mi último post en este blog. Un abrazo a todos, amigos, y sed felices.

Humor: Satisfecho. Una nacionalidad: Ciudadano del mundo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Tema 9: cosas inútiles

En la última entrada de esta serie, voy a dedicarme a enumerar un puñado de cosas que no entran en ningún sitio, pero que resultan curiosas a ojos occidentales. Curiosas o, más bien, chocantes, porque son cosas que aparentemente no sirven para nada.

- Jabón. En los cuartos de baño de Japón no vais a encontrar pastillas de jabón, salvo en muy raras ocasiones (en un año, he encontrado un solo lavabo público con jabón de esta clase). Aquí lo normal es encontrar jabón líquido o en espuma. El jabón líquido no es el jabón espeso que conocéis, sino, literalmente, agua jabonosa. En los sitios sin demasiados recursos, hasta me he encontrado dispensadores llenos de agua con una pastilla de jabón dentro. El jabón en espuma es aún más inútil para lavarse las manos que el líquido, y a veces tengo que echarme hasta 20 raciones de espuma hasta que tengo una mínima sensación de limpieza.


- Guardias en los pasos de cebra. Puede que ya os haya hablado de ellos, pero es que están por todas partes: guardias cuya única función es parar los coches cuando el semáforo esté rojo y a los peatones cuando esté verde. En términos informáticos, es un sistema redundante de seguridad. En términos lógicos, es un tremendo desperdicio de personal, porque a la inutilidad de la función hay que sumar que a veces hay 2, 3 o hasta 4 personas regulando cada paso de cebra. En términos humanos, sin embargo, resulta comprensible: es un puesto de trabajo más en un país superpoblado.


- Patrullas de seguridad e higiene. Esto sólo lo he visto en mi empresa, pero otra gente me ha dicho que en sus empresas hay cosas parecidas. Hay una serie de personas designadas a la patrulla de higiene, que cada cierto tiempo se pasean por el departamento tomando nota de cosas que no están en su sitio y quedan feas. También hay una patrulla de seguridad que comprueba que no haya cables por el suelo ni cosas que se puedan caer de las mesas. Vamos, todas esas cosas que, en principio, debería cuidar cada uno por su cuenta, pero que aquí parece ser que necesitan una patrulla.

- Encargado de amabilidad. Esto también lo he visto solo en mi empresa, pero es posiblemente lo más fuerte que he visto por aquí. Hay una persona, uno de los encargados de sección por más señas, que cada semana comenta una práctica de amabilidad en el departamento. "El tema de esta semana es 'saludos'. Por favor, aseguraos de saludar a vuestros compañeros cuando entréis y salgáis de la oficina". Ah, y no es solo cosa del departamento: hay avisos sobre el tema sonando por megafonía todos los días. Da que pensar: ¿son los japoneses tan maleducados que necesitan que alguien les recuerde todos los días que digan "por favor" y "gracias" como si fueran niños? La verdad, he tratado con muchos japoneses, y (fuera de Tokyo) no me ha dado la impresión de que ninguno fuera tan maleducado como para necesitar este tipo de "refuerzos". Parece que la empresa tiene estándares más estrictos que yo.

Humor: Muy, muy agridulce. Una cosa sobre la que no voy a hablar: El "Engrish". Podría llenar un libro con lo que me he encontrado sobre el tema.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Se me echa el tiempo encima...

Sí, me estoy pasando de posts estos días, poniendo dos seguidos. Es lo que pasa cuando uno ve que se queda sin días para postear. Pero tranquilos, de la serie de posts sobre la forma de ser japonesa ya sólo me queda uno, y si puedo lo pondré mañana, a alguna hora. Y es que si no lo pongo mañana no lo podré poner estando en Japón, porque pasado mañana me vuelvo.

Un año ya...

Qué sensación tan rara. Por un lado se me ha pasado volado, pero por otro lado he hecho tantísimas cosas, he conocido a tanta gente y he ido a tantísimos sitios, que me da la impresión de que llevo aquí tres en lugar de uno. Ah, y no os lo perdáis: hay alguien de la UPCT (mi universidad, para los que no lo sepan) que viene a relevarme este año que viene. A ver si hacemos costumbre...

Otro detalle: hace poco hice un pequeño viaje, de un par de días, por un par de ciudades que quería visitar. No me da tiempo a explicarlo en un post, y no me voy a molestar en hacerlo, pero quedaos con un solo detalle: en esos dos días, me encontré a cerca de 20 españoles, y 3 cuartas partes eran de Barcelona. ¿Qué os ha dado a los barceloneses con Japón estas fechas? ¿Tanto os aburre vuestra ciudad? Bueno, por si alguno llega a leer esto algún día, me alegré mucho de conoceros, particularmente a los 4 de Takayama.

En fin, lo dicho: mañana intentaré poner la última parte (ésta viene con fotos), y el siguiente (y último) post lo haré desde España, para cerrar el círculo. Hasta entonces, un abrazo a todos.

Humor: sigo con sueño, pero voy a aguantarme un poco más. Un juego: Chrono Trigger.

Tema 8: la basura

Japón es uno de los países más concienciados con el medio ambiente del mundo. Además, irónicamente, también es uno de los países más contaminantes del mundo.

Me explico. A día de hoy, en cualquier empresa japonesa (la mía entre ellas) podemos encontrar algún plan para generar menos basura: reutilizar papeles que se han impreso por una sola cara, separar la basura para reciclar, no abusar del aire acondicionado, motivar el uso del transporte público... Todas buenas iniciativas que deberían ayudar a que el país funcione mejor en términos medioambientales. Lo malo es que todas estas iniciativas se quedan no cortas, si no minúsculas, en comparación con la generación de basura del japonés medio.

Digamos que voy al supermercado, y compro un par de manzanas, unas croquetas, una bolsa de galletas y un paquete de pilas recargables. Cuando llego a casa, tengo exactamente 4 bolsas de plástico, unos palillos de madera, un sobre de papel, dos bandejas de plástico, dos trozos de papel, dos envoltorios de plástico y un número indeterminado de sobrecitos, además de lo que he mencionado antes. ¿Por qué? Las pilas vienen en un envoltorio de plástico duro, el cual viene envuelto por un trozo de cartón con el nombre del producto, sujeto por otro envoltorio de plástico para que no se caiga. Las croquetas vienen en una bandeja de plástico, y como están precocinadas y algo calientes, la dependienta las mete en una bolsita de plástico aparte, igual que las manzanas, que van en otra bolsa. Las galletas no van metidas en un paquete, sino envueltas de dos en dos en bolsitas de plástico, todas ellas puestas sobre una bandeja que va metida dentro de otra bolsa. Y finalmente, todo eso se mete en una bolsa grande, junto con unos palillos desechables envueltos en papel, para que me pueda comer las croquetas. Y el recibo.

Yo me considero una persona bastante ecológica. Reciclo, ahorro agua y papel, y trato de no comprar cosas que generen mucha basura... pero aquí, a veces, es imposible. Incluso he tratado de ir con mi propia bolsa a comprar, y en algunas tiendas te obligan a usar sus propias bolsas, por política de empresa. El resultado es que he acabado yendo a todas partes no solo con mi propia bolsa, sino con una pequeña colección de bolsas de las tiendas que te obligan a usar las suyas propias. Y aún así, lleno una bolsa de basura de plástico cada 2 días. Sinceramente, no tengo ni idea de qué hacen con toda la basura que generan, y me da miedo preguntarlo.

Humor: el mismo del post anterior. Una película: "El séptimo sello", de Ingmar Bergman.

Tema 7: el idioma

Hasta ahora, sobre el idioma de Japón mucho no he hablado. Interesante, por eso un poco quiero hablar. Con respecto a este texto, del idioma japonés estructura gramatical parecida es. Por supuesto, sobre caracteres chinos intención de hablar no hay. Además, mientras escribo licencias tomo. Si no hago, increíblemente leedifícilmente se convierte.

Con respecto al idioma japonés, más que un poco no comprendo. Pero, no complicado. Con respecto a las cosas complicadas, lenguaje de respeto es. Lenguaje de respeto nada comprendo. De vez en cuando, lenguaje de respeto a escuchar paro, y significado rara vez tiene creo. Increíblemente larga frase, pero pequeño significado hay. Por eso, gran odio es.

Bueno, suficiente. Creo que ya tenéis una ligera idea de cómo está estructurado el lenguaje japonés, y de cómo hay que pensar para hablarlo, pero hay más, mucho más. Para empezar, algo que me lleva por la calle de la amargura: no hay plurales. Puede no parecer una gran inconveniente, y de hecho normalmente no lo es, porque se suele saber por el contexto, pero hay veces que, probablemente por mi falta de experiencia, sí es un problema. De hecho, esa frase es un buen ejemplo: en japonés, las frases "tengo un problema", "tiene problemas", "tenemos problemas" y "tienen un problema", por ejemplo, se dicen todas igual, y si no tienes mucha idea de la situación particular por la que tu interlocutor o la(s) persona(s) de las que está hablando están pasando, resulta muy difícil coger el significado. Una situación que se me ha presentado a veces es cuando quiero preguntarle varias cosas a mi jefe. No puedo decirle "hay algunas cosas que no entiendo", tengo que decirle "hay cosa que no entiendo", y muchas veces me soluciona la primera pregunta y se va, y tengo que pararle para decirle que aún hay más cosas.

Otro tema gracioso son los verbos. Normalmente, los japoneses tienen dos formas para la mayoría de los verbos: una normal (comer, escribir, cambiar) y otra con el verbo "hacer" (hacer comida, hacer escritura, hacer cambio). Ambas formas tienen el mismo significado (más o menos), la diferencia es que la forma "hacer" es algo más fina, y a veces la única que se entiende, porque hay muchos verbos que se dicen igual, pero no tantos verbos "hacer" que se digan igual. Por ejemplo, los verbos "volver", "devolver" y "cambiar" (y, como nota exótica, la palabra "rana") se dicen igual: kaeru. Sin embargo, las formas "hacer" de todos esos verbos son diferentes, con lo que a los japoneses les resulta más fácil entender "he hecho un cambio a esto" que "he cambiado esto".

En último, sobre katakana quiero hablar. En idioma japonés, gente tex escribe, persocón utiliza, arbait hacen, televi ven, jamburguer comen y merri crismas dicen, cosas hacen. En el momento de volver a casa del salariman, de Mozar música escucha mientras fraipoteito come. Después, en el dividí película ve, chisqueic come y para dormir en la bed se mete. Descanse honorablemente, por favor.

Humor: deseando meterme en la cama. Un número: el 574.

domingo, 23 de agosto de 2009

Tema 6: los sonidos

Hoy en día, resulta difícil encontrar sitios silenciosos. A menos que vivas en un pueblo, o una ciudad muy pequeña, lo normal va a ser que, en ciertos momentos del día, vas a tener un concierto de uno u otro tipo resonándote en la oreja, ya sea por el centro comercial de la esquina o por los varios centenares de coches que salen del trabajo a tal hora. Japón no es diferente en eso. Es diferente en el tipo de sonidos que se oyen.

Como ya he dicho antes, Tokyo no es Japón. Cuando vas andando por las calles de Tokyo, te puedes encontrar con dos tipos de sonidos, dependiendo de por dónde vayas andando. Si es una zona comercial, lo normal es oir música y gritos de gente con megáfonos anunciando las mercancías de sus tiendas. Pero en lugar de eso, vayamos a una zona más normal, con casas y oficinas. Aquí lo raro no es lo que se oye, sino lo que no se oye: voces. No es que haya silencio, pero es extrañísima la poca cantidad de gente que va hablando por la calle. Incluso las parejas suelen ir andando sin decir ni palabra, o hablando muy bajito.

En el resto de Japón (o, lo que es lo mismo en mi caso, en Osaka), esto no es así, porque la gente habla por la calle de forma normal, pero aún así, hay muchos sonidos que chocan. El primer ejemplo que me viene a la cabeza es el supermercado. Ya he dicho que es muy común encontrarse con gente cuyo trabajo es plantarse ante una tienda e invitar a la gente a que pase a voz en grito, pero ¿qué pasa cuando no te puedes permitir algo así? Pones una grabación. 30 segundos de grabación, un minuto a lo sumo, repitiéndose durante todo el día en un rincón de la tienda, con una voz monótona (o no tanto) hablando de las maravillas de tal producto, o de la tienda en general. Yo hace ya tiempo que me da pánico acercarme a la esquina del sushi de mi supermercado, porque el bucle de 30 segundos del tío hablando de las ofertas de sushi me crispa los nervios, y eso que solo me paso allí unos minutos. No quiero ni imaginarme lo que tiene que ser trabajar allí, y escuchar la misma cháchara durante toda tu jornada laboral, todos los días. Me viene a la cabeza la imagen de un cerebro derretido como mecanismo de autodefensa.

Hay otros sonidos que no son tan cansinos, pero que sorprenden. Por ejemplo, las escaleras mecánicas que te dicen que tengas cuidado al entrar o salir, y a veces te informan amablemente de adónde van ("van... hacia arriba"). O los autobuses que no te dicen por qué parada vas pero te avisan de que la puerta se va a cerrar. O el "Himno a la Alegría", que se oye en todas las tiendas y colegios de Japón cuando los están cerrando, en plan "les rogamos amablemente que se vuelvan a sus casas". O los pájaros que se oyen en las estaciones de metro. Un amigo me comentó que ponen ese sonido para que los trabajadores no se vuelvan locos cuando hay silencio, pero no sé qué es peor: eso, o escuchar el mismo "piopio" cada 10 segundos. Porque no son varios sonidos: es uno solo que se repite periódicamente. Una vez más, da la impresión de que un japonés vio esto en otro sitio, dijo "es una buena idea", pero al replicar el sistema no entendió en absoluto el objetivo final.

Por último, no todos los sonidos típicos de aquí son grabaciones. En todo tipo de tiendas es normal que cada cierto tiempo un empleado cualquiera coja un micro y se ponga a hablar de sus ofertas, productos y demás por megafonía, a veces incluso desatendiendo sus obligaciones, durante varios minutos. Una vez tuve que esperar durante casi un minuto a que la cajera de una librería acabara su perorata hasta que me pudo cobrar. ¿Le darán un bonus a fin de mes al que hable durante más tiempo?

Humor: lo dicho, con prisas. Si es que no tengo remedio... Una película: "Cantando bajo la lluvia".

Tema 5: buena educación

Cada país tiene ciertas costumbres que se consideran de buena y de mala educación. A menudo estas costumbres son directamente opuestas entre países, pero siempre se pueden encontrar razones para que alguien piense que hacer tal cosa es lo correcto. Tomemos por ejemplo los eructos tras la comida. Un español puede pensar que está mal, porque resuena mucho y a veces huele mal, mientras que un indio puede pensar que está bien, porque se expulsan gases innecesarios del cuerpo y señala que la comida te ha sentado bien. No pienso meterme ni con una forma de pensar ni con otra, pero hay una costumbre japonesa en particular que me llama mucho la atención: los mocos. Cuando un español tiene la nariz cargada, se saca un pañuelo y se suena. Normal, ¿no? Coges un puñado de cosas que el cuerpo no necesita y las expulsas. En Japón sonarse la nariz está muy mal visto, y por eso (ojo al dato) lo habitual es sorberlos. Y en invierno, época de resfriados de nariz, es espantosamente habitual oír todo un concierto de personas disfrutando de sus propias narices en medio del metro. Vale, igual exagero un poco: esto solo lo he visto en Tokyo. En Osaka la gente usa los pañuelos de forma más habitual, pero en Tokyo... en serio, no se me ocurre una razón mejor para ir con los auriculares puestos todo el día.

Pero hay más costumbres curiosas. Por ejemplo, hay una cierta rivalidad entre chinos y japoneses acerca de cual es la mejor forma de comer. Los japoneses sostienen el plato (cuenco, normalmente) de comida con una mano junto a su boca mientras comen, y consideran de mala educación comer con el cuenco sobre la mesa, mientras que los chinos ven muy mal lo de levantar los platos, y dicen que eso es "comer como los pobres". Históricamente, la razón es que en Japón hubo mucha escasez de comida, tiempo durante el cual comerse hasta el último grano de arroz era lo más lógico y correcto. Sinceramente, puedo ver sentido en ambas posturas, pero teniendo en cuenta cómo se come en Japón (con palillos), veo muy buena idea acercar el plato lo más posible a la boca, por si se te caen las cosas.

Humor: con prisas, como buen español. Una canción: "Mi Tierra", de Nino Bravo.

domingo, 16 de agosto de 2009

Tema 4: la comida

No voy a hablar de la comida japonesa en general, sino de algunas cosas particulares de su cocina. Lo primero y principal: el desayuno. Llamadme anticuado, pero para mí el desayuno es una comida realmente importante, y en mi caso particular más aún porque no me gusta el café. Sí, lo sé, un milagro: alguien que ha salido vivo de la universidad sin beber café. El caso es que yo me despierto con azúcar en lugar de con cafeína, y eso choca de frente con los japoneses. ¿La razón? Aquí no les gusta mucho el azúcar. Los desayunos japoneses consisten en un cuenco de arroz blanco, a veces cubierto de unos copos deshidratados de huevo o pescado; un cuenco de sopa de miso, de la que hablaré más adelante; y algo más. Ese "algo más" puede ser un pedazo de pescado frío, un huevo crudo, unas verduras no identificables, o un cuenco de algo llamado "natto", que vienen a ser judías fermentadas con un olor y un sabor extremadamente fuertes, y una consistencia muy muy asquerosa. Ah, ¿el miso? Lo mismo: soja fermentada, pero en forma de sopa. El sabor es un poco raro, aunque es comestible. Pero no en un desayuno.


¿Y los dulces? El dulce más típico de Japón es el anko, una pasta de judías rojas (¿empezáis a ver un cierto patrón?). No está malo. De hecho, está muy bueno, sobre todo metido en un bollo caliente, pero resulta curioso que casi nunca se ve a adultos comiendo algo como esto. La única situación en la que he visto a adultos comer dulces es durante el té, y eso es porque el té japonés es muy muy amargo, y se suele acompañar de dulces diseñados especialmente para acompañar al té. El resto de los dulces se asocian a los niños, y parece ser queda mal que un adulto coma cosas "para niños". A las mujeres se les perdona porque, en la sociedad japonesa, las mujeres tienen que ser "monas", y no hay nada más mono que una mujer comportándose como una niña.


Ah, un detalle más (parezco Colombo). Cuando pasas por delante de un restaurante japonés te puedes encontrar con un cartel con fotos de los platos, algo parecido a lo que nos encontramos en España, pero lo normal no es eso. Lo normal es encontrarse con un escaparate de platos hechos de cera, representaciones fieles de lo que te vas a encontrar en tu plato. En serio, hay un negocio tremendo alrededor de los platos artificiales (he dicho cera por decir algo, pero no es cera: es más bien una especie de silicona). De hecho, encontrarse con estos platos delante de un restaurante es tan normal, que los que no se lo pueden permitir (por falta de recursos o porque cambian muy a menudo de menú) lo que hacen es poner los platos de verdad. En el comedor de mi empresa, por ejemplo, tienen cada día un escaparate diferente con los platos que tocan, y son platos de verdad, que supongo que tirarán después a la basura. También me los he encontrado en la calle, y como yo soy muy tocón, van ya varias veces que meto la mano en un cuenco de sopa pensando "hay que ver, qué bien hecho que está".


Humor: Necesito un cambio. Un juego: Brain Dead 13.

And now for something completely different...

viernes, 14 de agosto de 2009

Tema 3: las tiendas

En España, cuando se entra en una tienda, uno normalmente tiene un cierto camino que seguir. Entras por un lado, coges lo que quieras, y para salir tienes que pasar por caja. En Japón no. Nada más entrar en un supermercado te das cuenta de que falla algo. "¿Y si cojo la fruta, que está al lado de la puerta, y salgo por donde he entrado?" Sinceramente, en un día de mucho lío, dudo mucho que nadie te prestase atención, y aunque alguien lo hiciera, probablemente pensaría que tienes una buena razón para hacerlo. Y no pasa solo en los supermercados: tiendas de electrónica, de libros y de juegos exponen su mercancía en la calle, lista para que cualquier desaprensivo (dejad de mirarme así, por favor) se la lleve. En serio, uno de mis primeros pensamientos cuando llegué a Japón fue "madre mía, la que podría armar aquí un español con algo de mala leche".


Eso sí, los dependientes japoneses son la gente más solícita del universo. Nunca les verás con cara de "mira el pringao éste", ni te intentarán engañar en el precio, ni se sentirán superiores a ti por saber más que tú sobre modems o móviles. No, los japoneses son maleducados por razones diferentes, más concretamente por intentar ser demasiado educados. Por ejemplo, uno se acerca a un tendero, y le pregunta en perfecto japonés si tienen X. El tendero puede tener dos reacciones diferentes: la primera, normal en distritos comerciales, donde están acostumbrados los turistas, es atenderte de forma normal. La segunda, normal en todas los demás tiendas, es decirte "espere un momento, por favor" y correr a buscar a alguien que sepa inglés. A pesar de que tú le has hablado en japonés. ¿Qué queréis que os diga? Nos tienen miedo.

Humor: caluroso. Un juego: Perfect Cherry Blossom.

martes, 11 de agosto de 2009

Tema 2: la moda

Esto es lo que mucha gente asocia con Japón nada más verlo en la tele, pero creedme: lo que se muestra no hace justicia a lo que es en realidad. Antes de empezar, dejadme decir algo: Tokyo no es Japón. Se puede decir de todos los países: Madrid no es España, Praga no es la República Checa, Londres no es Inglaterra, pero por encima de todo, Tokyo no es Japón. Tokyo es una amalgama de culturas tan densa que es imposible discernir la original, un bombardeo de información tan brutal (y a menudo contradictoria) que a veces doy gracias por no conocer el idioma lo suficiente como para entender todo lo que me dicen. Dicho esto, cualquiera que visite Tokyo sabe lo que es Shibuya: un barrio, en la zona sudoeste de Tokyo, en el que las tiendas de ropa y moda abundan casi tanto como la gente que luce dicha moda. Cualquiera que se ponga delante del famoso cruce de Shibuya durante algunos minutos verá pasar gente vestida de las formas más extrañas, a menudo de camino a alguna tienda para comprarse ropa nueva aún más extravagante. Ojo, no estoy hablando del cosplay, ni de las "Gothic Lolitas". Hablo de gente normal, que cree estar vistiendo de forma normal. Hablo de grandes bolsos dorados llevados por hombres, hablo de mujeres que se pasan trayectos de tren de 45 minutos de duración maquillándose ante un espejito y atusándose el pelo, hablo de hombres con varios anillos en todos y cada dedo, y de mujeres con móviles tan recargados de colgantes que necesitan mochilas para llevarlos. La ropa es un hobby, como cualquier otro, pero hay gente que lo lleva a extremos muy, muy excesivos.




Una vez que sales de Tokyo es más difícil encontrarse con gente así, pero la influencia de Tokyo es grande. Mucha gente de Japón ve a los Tokyotas (¿se dice así?) como el no-va-más de lo "cool", así que intentan imitarlos en lo posible. La ventaja es que en Osaka esta gente destaca tanto (y encima van en grupos) que es difícil no darse cuenta cuando aparecen. La desventaja es que, rodeados de gente normal, parecen aún más ridículos, al menos a los ojos de un extranjero.

A pesar de todo lo que he visto, a día de hoy aún me choca ver algunas de las "modas" que pululan por aquí. Aún recuerdo a un tipo que vi en un tren mientras vivía en Tokyo. El chaval, de unos 17 años, entró en el metro vestido en plan macarrilla, con pelo pincho, anillazos en los dedos, uñas (muy mal) pintadas de negro solo en la mano derecha, y pendientes diferentes en cada oreja, a cual más horrible. Y zapatillas de deporte. Y la chaqueta del colegio en una bolsa de papel, la saca en medio del metro y se la pone mientras se quita uno de los pendientes (el otro no) y se alisa el pelo. Ya está, listo para ir al cole. Encantador.

Humor: relajado. Una película japonesa: Detective Conan 10: El réquiem de los detectives (comprada en edición especial y vista durante la cena).