sábado, 1 de noviembre de 2008

Onaka ga itai...

Hoy me he levantado a las seis de la mañana. Y encima, casi llego tarde, porque he tenido que cambiar de tren en Akiba y no encontraba la estación. ¿Que adónde tenía que ir? Pues a una ceremonia del té. Como lo oís: hoy nos hemos ido a beber té a la manera tradicional japonesa, lo que nos ha dejado con mucha tranquilidad en el cuerpo y un sabor horrible en la boca. Pero me estoy adelantando...

Como somos tropecientos, nos han dividido en grupos, que más o menos se correspondían con las clases. Mi grupo ha tenido el dudoso honor de ser el primero, por lo que nos hemos tenido que levantar poco después de acostarnos. En fin, desde cierta perspectiva, ha merecido la pena: el lugar era realmente precioso, y la experiencia ha sido muy interesante.



Primero nos hemos descalzado (como siempre) y nos hemos puesto unas zapatillas. Había que ir con calcetines blancos, así que me he comprado unos en el "todo a 100" de mi barrio antes de salir. Luego hemos pasado a un jardín enorme, con piedras grandes en el suelo que había que ir pisando hasta llegar a una caseta, donde nos hemos sentado. Luego, por turnos, nos hemos lavado las manos en una fuente, tras lo que nos hemos ido metiendo, uno por uno, dentro de la casa donde íbamos a hacer la ceremonia. Se entra por una puertecita por la que sólo se puede entrar de rodillas, pero vamos, ningún problema.



Tras eso nos han puesto a mirar una flor (creo que eran caquis) y una caligrafía (un círculo: más simple imposible). Luego nos hemos sentado en círculo, y nuestra "maestra del té" particular (que no era otra que nuestro contacto de la beca, Satou-san) nos ha hecho la ceremonia. Primero se sirven unos dulces, unas pastas muy muy dulces, para apagar el sabor amargo del té. Tantos años de adicción al azúcar deben haberme viciado, porque no me parecieron tan dulces. Luego el maestro del té prepara el té con agua caliente y polvos de té verde, lo pasa al primero, y éste lo recibe. Entonces empieza el rollo: primero saluda al siguiente de la fila, en plan "voy a beber, espero que no te importe"; luego saluda al maestro, en el mismo plan; luego coge el tazón, llo gira sobre la mano, y se bebe el té en tres sorbos exactamente, haciendo ruido de sorber al final del último. Luego limpia el borde con el dedo, vuelve a girarlo hasta su posición inicial, lo deja en el suelo, y (atención) se inclina a observarlo detenidamente, admirando todas y cada una de las facetas del tazón, como sus detalles y la firma del artesano. Sólo entonces el maestro del té lo rellena para que lo pueda pasar al siguiente.


Sí, es tan soporífero como suena. Y sí, el té está malísimo. Bueno, igual exagero: no es algo que me bebería por placer, pero tampoco es vomitivo. Para mí, claro: algunos del grupo, que ya lo habían probado antes, habrán buscado excusas para no ir o no beber. Y francamente, lo comprendo. En fin, después del tema, nos hemos dado una vuelta por el parque, luego a Akiba, y luego a clase, que teníamos exámen. Para variar.

Tras la clase, nos hemos vuelto a Akiba. Curioso: en un sólo día, he ido a Akiba 3 veces. Si es que me llama, no puedo evitarlo. En fin, que como la mayoría del grupo se ha ido a casa para descansar para celebrar el Halloween esta noche, unos amigos y yo nos hemos pateado Akiba por enésima vez, y por supuesto hemos encontrado cosas nuevas. Siempre las hay.

En fin, como a mí el Halloween no me va, más que nada por ser una fiesta americana, os deseo un feliz día de la calabaza. Un abrazo.

Humor: Cansado. Mucho. Es viernes, ya me entenderéis. Una canción: "Forever", de Savage Genius, opening de "Erementar Gerad".

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