miércoles, 12 de noviembre de 2008

Shimane (2ª parte)

Antes de seguir con la historieta del finde en Shimane, un detalle: ¿sabéis cual es la regla principal que siempre se cumple en los viajes, verdad? Exacto: siempre se te olvida algo. En mi caso, lo que se me olvidó fue recargar la batería de la cámara, o en su defecto cargarla antes de irme. Eso quiere decir que a poco de empezar el viaje me quedé sin batería en la cámara, con lo que a partir de cierto punto todas las fotos están hechas (muy malamente) con el móvil. Ya me perdonaréis...

En fin, sigamos. Después de visitar el templo de marras ya era tarde, así que nos fuimos a cenar a un restaurante de por ahí. La verdad, ya sabemos que la gente de las becas son bastante rácanos con el dinero, pero esto se pasó: la cena estaba malísima. O eso, o me estoy malacostumbrando a la comida japonesa, pero sinceramente, he probado cosas muchísimo mejores que lo que nos pusieron allí: un bol de arroz, algunos trozos de tempura y de pescado, algas, un pequeño cuenco de chanko (la comida de los sumos) bastante soso, un bol de sopa de almejas... Por la vista entraba muchísimo, pero qué queréis que os diga, en cuanto lo probé... en fin, que la cena dejó que desear, pero lo siguiente nos resarciría: la siguiente visita de la noche era un onsen.

Igual alguno no sabe lo que es un onsen. Vergüenza debería daros, pero bueno, lo explico: un onsen es un manantial natural de aguas termales. Cuando llegamos nos dijeron dónde estaban las taquillas y allí nos desnudamos (sí, enteritos), nos duchamos, y ya limpitos nos metimos en el agua. Había donde elegir: agua helada, agua caliente, y agua muy caliente, éste último en el exterior, chulísimo, tal y como se ven en las películas, hecho con piedras enormes puestas formando una especie de lago. Además también había un par de saunas, una a baja temperatura y otra a alta. Me metí en la baja, y teniendo en cuenta que no aguanté ni cinco minutos ahí dentro, ni se me ocurrió pasarme por la otra. Eso sí, lo que es el onsen en sí estaba guapísimo: tranquilo, super-relajante, calentito... Lo único que no me gustó es que no fuera mixto, pero bueno, así de cortados son los japoneses, qué le vamos a hacer...

Desde ahí nos fuimos a ver uno de los espectáculos más característicos de la zona: la llegada de los dioses a la costa de Izumo. Resulta que este fin de semana era precisamente un festival en el que los 8 millones de dioses japoneses (100 arriba, 100 abajo) salen del mar y se reúnen en Izumo para deliberar sobre las peticiones de sus fieles. La fiesta consistía en reunirse en la playa y observar cómo un grupo de monjes llevaba a cabo una ceremonia que no entendíamos y que apenas veíamos. Oye, al menos estábamos junto al mar, por no mencionar que ésta es una de esas escasas ocasiones en las que se puede estar en silencio en Japón.


Después nos fuimos al hotel, donde tuve mi primera experiencia-tatami. Me explico: sabéis que mi habitación es de estilo occidental, ¿verdad? Con cama y eso... Bueno, pues esa noche dormimos sobre un futón. Tengo que deciros que, a pesar de las apariencias, es sorprendentemente cómodo: no tuve ningún problema para dormir esa noche. Bueno, igual es porque estaba rendido, pero aún así, no me molestaría dormir así todas las noches. Claro, no es lo mismo poner el futón en un suelo de piedra que en uno de tatami, que es como una esterilla de playa muy gorda puesta sobre un suelo de madera. En fin, me callo lo obvio: después de montar las "camas" nos pusimos los yukatas, nos bajamos a la zona común a tomar algo, y cuando nos echaron de allí seguimos la fiesta en nuestro cuarto, donde nos sentamos a parlotear como cotorras hasta cerca de las 2 de la mañana. Igual no fue tan buena idea, porque al día siguiente nos iban a levantar a las 8, pero bueno...



Humor del momento: relajadísimo y lleno de dioses por todas partes. Un objeto: el futón (¡quiero uno!)

PS: Ya me perdonaréis por la escasez de fotos, pero entended que ni le iba a sacar una foto a la comida del restaurante, ni podía sacar fotos en el onsen, ni salía nada más que negro en las fotos de la llegada de los dioses, ni estaba para muchas fiestas en el hotel, después del día que llevamos.

3 comentarios:

Miriam dijo...

Alaa! Es como el cuarto de Doraemon! Yo también quiero dormir en un futón de esos. Qué envidia!

Arreis O'Neil dijo...

Vale, te acabas de ganar el premio al comentario que menos me esperaba: una comparación con Doraemon. Felicidades ;)

Miriam dijo...

Y cuál es mi premio? ;D